jueves, 28 de enero de 2010

9:02




duele
duele ver su felicidad cuando ella lo recuerda
desde allá
en donde no sólo está ella
sino también todo lo que se me ha escapado

la duda me carcome y regreso al lenguaje de muerte

duele el desvanecimiento de las alas
de la marea que hacía correr mis pasos de todo
duele saber que de corazón soy un discapacitado
masculino
cobarde
y callado
porque cuando me visto de mujer le soy fiel al roble
que también es falso

entonces ando sin género
sabiendo que no resistiré otra huída
que mi aliento se va desmoronando
al descubrir que probablemente el amor no existe

tal vez miento
en mi espalda las cosas se atan con un oído inexacto
se atan al revés porque atarlas derechas no ha traído nada
y quizá atarlas de cualquier manera sólo las siga alejando

(todo se ata)*

se ata a mis piernas de olvido,
a estás que recuerdan,
y lo juro que recuerdan,
aquella vez que me senté en la punta de un castillo
a disfrutar el oleaje de concreto,
las letras cálidas,
y los versos de guerra que me aventaron a un abismo de conjugaciones
donde encontré las vocales
y volví a sentarme
a pesar de haber sentido que no tenía nada,
sólo un cúmulo de orillas esperando a que el alfabeto se deslizara
escribiendo los pasos
para vencer los límites del silencio
y salir por la puerta delantera

al centro inefable
como el beso que se suspende después de hablar de ella
de nosotros
de lo que no somos
y lo que podemos seguir siendo
entonces me duele
respiro una caricia
y todo se ata



sábado, 9 de enero de 2010

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